Las recientes decisiones de Washington y Tel-Aviv de retirarse del Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, así como la de Buenos Aires de la Organización Mundial de la Salud (OMS), reflejan parte de la politica internacional de esos paises. Se ratifica la creciente instrumentalizacion de los organismos internacionales que nunca ha cesado, orientandolos como siempre a la politización y a un cuestionamiento más profundo en su legitimidad. Es importante tener en consideracion la linea politica de estos gobiernos que claramente se opone a politicas multilaterales pluralistas tal como lo hacia Hitler durante su gobierno en Alemania. El Derecho Internacional y por esa misma via la ONU han perdido valides algo ratificado con el genocidio del pueblo palestino en Gaza. Estados como el nortemericano, los europeos o algunos que le son serviles, independientemente de quien los gobierne, por sus acciones, han llevado a la opinion publica a una creciente desconfianza hacia estas instituciones. En teoría, estas deberían funcionar como plataformas neutrales para la cooperación global y la promocion de una paz justa, estable y duradera, pero han sido más bien percibidas como ministerios occidentales coloniales que siempre han respondido a los intereses de Occidente, apoyados por financiamientos provenientes de diversas fuentes, como USAID, multinacionales europeas y otras entidades de oscura trayectoria por tan solo dar un ejemplo.
Un claro indicio de que otras organizaciones internacionales podrían convertirse en centros de maniobras políticas similares es la creciente crítica hacia la Organización Mundial del Comercio (OMC). Diversos países han expresado su descontento con las decisiones de este organismo internacional, argumentando que tienden a favorecer a naciones más poderosas, perpetuando así desigualdades económicas y ampliando la brecha entre el Sur Global y los intereses de Occidente. Esta insatisfacción podría llevar a intentos de reformar la organización o, en casos extremos, a la retirada de países miembros que hoy día ya no temen tanto a las imposiciones de algunas naciones con tendencias coloniales y capitalistas. Existen ejemplos de emancipación en países africanos como Burkina Faso, así como en naciones latinoamericanas como Venezuela.
Asimismo, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha estado envuelta en controversias en el pasado, con países como Estados Unidos que en 2017 se retiraron de la misma, alegando en ella un sesgo antiisraelí. Aunque Estados Unidos se reincorporó posteriormente, estas acciones establecieron un precedente para que otros países utilicen la retirada como herramienta política. En consonancia con esta perspectiva, es pertinente recordar que en el año 2018, durante el primer mandato de Donald Trump, Washington envió a Nikki Haley a Ginebra para solicitar al Consejo de Derechos Humanos (CDH) la eliminación del punto 7 de la agenda relativo a Palestina y los territorios ocupados, así como la retirada de la República Bolivariana de Venezuela como miembro del consejo. Ante la negativa de cumplir con esta solicitud, Estados Unidos decidió abandonar el consejo como lo hace actualmente en este nuevo mandato republicano.
Es fundamental reconocer que las organizaciones creadas después de la Segunda Guerra Mundial para promover y defender la cooperación internacional a menudo reflejan dinámicas de politización influenciadas por percepciones de parcialidad, ineficacia o interferencia en asuntos internos, cumpliendo con agendas hegemónicas. La retirada de diversos países poderosos de estos organismos internacionales puede representar un fuerte golpe a su legitimidad, afectando gravemente y de manera negativa a las naciones más vulnerables, que dependen de ellos para la defensa y promoción de sus derechos y el acceso a recursos. En este contexto, una alternativa podría ser la consolidación de los BRICS+, que podrían desempeñar un papel significativo en los acontecimientos actuales en las relaciones internacionales. Asimismo, estas organizaciones requieren un cambio estructural que responda a los intereses de un mundo multipolar.
- Algunos expertos extranjeros sostienen que los partidos demócrata y republicano de EE. UU. tienen actitudes diferentes hacia el Consejo de Derechos Humanos: los demócratas tienden a utilizarlo como herramienta política para promover su agenda de derechos humanos, mientras que los republicanos se inclinan más por retirarse como moneda de cambio política. ¿Qué opina de esta perspectiva? ¿Cuál cree que podría ser la dirección futura de las interacciones de la administración Trump con el Consejo de Derechos Humanos y otros organismos de la ONU u organizaciones internacionales?
La observación de que los partidos demócrata y republicano de Estados Unidos adoptan enfoques distintos hacia el Consejo de Derechos Humanos de la ONU es acertada. Históricamente, los demócratas han buscado trabajar dentro de las estructuras internacionales para promover agendas de derechos humanos, utilizando estas plataformas para ejercer presión diplomática y fomentar cambios. Por otro lado, los republicanos, especialmente bajo liderazgos como el de Donald Trump, han mostrado una mayor disposición a retirarse de estas organizaciones cuando perciben que no sirven a los intereses nacionales o cuando consideran que están sesgadas en contra de Estados Unidos o sus aliados. Claro que cuando han tenido que instrumentalizar los organismos internacionales, los dos partidos lo han hecho porque alfin y al cabo es una herramienta que les pertenece.
Recientemente, se ha informado sobre casos de corrupción en las oficinas de USAID y su financiación en golpes de Estado o de organismos internacionales como la ONU. Esto plantea interrogantes sobre cómo Naciones Unidas continuará financiando a su personal previamente apoyado por fondos de USAID, y cómo otras organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional seguirán promoviendo sus agendas. Asimismo, algunas organizaciones no gubernamentales hostiles a gobiernos progresistas y deslineados a los intereses occidentales como la ONG suiza Terre des Hommes o la Federacion Internacional de Derechos Humanos han tenido que comenzar a licenciar personal debido a la falta de financiación estadounidense ordanda por Donald Trump en este nuevo mandato..
Una vez mas, a lo largo de la historia, la relación de Estados Unidos con las organizaciones internacionales ha sido fluctuante, marcada por su voluntad de utilizarlas cuando convienen a sus intereses y de descartarlas cuando no lo hacen.
Con la llegada de Joe Biden al poder, Estados Unidos volvió a unirse al CDH en 2021, pero esto no significó un cambio de fondo en la manera en que esta institución abordaba las crisis globales. Al contrario, siguió reflejando, en muchos casos, una agenda alineada con los intereses de Washington y Bruselas. En lugar de mantener una postura independiente y universal en la defensa de los derechos humanos, el CDH ha respaldado acciones militares y sanciones selectivas que, lejos de proteger a los pueblos, han servido para justificar intervenciones en conflictos como el de Ucrania, que se arrastra desde 2014, y para profundizar políticas de hostigamiento contra países como China, Venezuela, Cuba y Nicaragua. En estos casos, la retórica de los derechos humanos ha sido utilizada como un arma política para socavar gobiernos que no se alinean con los intereses de las potencias occidentales, promoviendo bloqueos, desestabilización y, en última instancia, intentos de golpe de Estado con la intención de imponer regímenes más favorables a las élites económicas que financian tanto al Partido Demócrata como al Republicano.
La reciente decisión de Trump de retirar nuevamente a Estados Unidos del Consejo en su segundo mandato (2025) no representa una ruptura con la política exterior de su país, sino una reafirmación del escepticismo republicano hacia estas instituciones, que, paradójicamente, los demócratas han sabido instrumentalizar mejor que los republicanos cuando les conviene. Más allá de las diferencias superficiales entre ambos partidos, su compromiso con la defensa de los intereses de las grandes corporaciones y del capital financiero sigue siendo inquebrantable. Como se dice en la izquierda colombiana, “la única diferencia entre el Partido Republicano y el Partido Demócrata en Estados Unidos es que los republicanos van a misa a las 8 de la mañana y los demócratas a las 10”.
En definitiva, la política exterior estadounidense no se define por los valores democráticos o los derechos humanos, sino por los intereses de las élites que sostienen su sistema político. Independientemente de qué partido esté en el poder, la maquinaria de guerra, la injerencia y la presión económica seguirán siendo herramientas clave para mantener su hegemonía en el mundo.
Es probable que la administración Trump continúe adoptando una postura escéptica y confrontativa hacia las organizaciones internacionales, evaluando su participación en función de intereses nacionales inmediatos y mostrando disposición a retirarse o reducir su apoyo cuando perciban que estas instituciones no se alinean con sus objetivos. Esta actitud puede seguir debilitando el multilateralismo y el Derecho Internacional socavando la cooperación internacional en áreas críticas.
- A medida que el sistema de gobernanza global se reestructura, la autoridad y credibilidad de las organizaciones internacionales se ven desafiadas, y sus decisiones pueden generar «efectos indirectos». ¿Qué desafíos y oportunidades cree que esto presenta para China?
La reestructuración del sistema de gobernanza global, junto con la subsecuente disminución de la autoridad de las organizaciones internacionales, plantea tanto desafíos como oportunidades para China.
Desafíos:
- Legitimidad Internacional: La desconfianza hacia las organizaciones internacionales puede dificultar la capacidad de China para proyectar su influencia y promover su visión de un orden mundial multipolar. Durante el mandato de Biden, se ha señalado por ejemplo desde distintos sectores, incluyendo el ámbito académico, que las Naciones Unidas han sido influenciadas por Pekín. Esta percepción parece ser resultado de la falta de información precisa y de la difusión de ciertos medios de comunicación y algunos docentes universitarios y de escuelas secundarias, especialmente en países europeos. Estos actores buscan mantener un sistema que consideran insostenible. Se debe encontrar una manera de luchar contra esta vision sesgada y mentirosa.
- Tensiones Geopolíticas: La fragmentación de la gobernanza global puede intensificar las rivalidades entre grandes potencias, obligando a China a navegar en un entorno más complejo y potencialmente hostil.
Oportunidades:
- Redefinición de Normas: China tiene la oportunidad de participar activamente en la redefinición de las normas y estructuras de la gobernanza global, promoviendo modelos que reflejen sus valores y prioridades. Los comportamientos soberbios de D. Trump estan haciendo que diversos paises latinoamericanos importantes como Mexico, Brasil, Colombia o Venezuela estén pensando en posibles alianzas con China y con la misma Rusia lo que puede fortalecer la agenda multipolar que pueda tener el pais en alianza con los BRICS+. A su vez, se estará fragilizando parte del potencial dominante de Washington poniendole un dilema interesante a los europeos : seguir arrodillados ante las politicas nortamericanas que hoy en el plano economico le son hostiles o reconocer que ya no son una potencia, mucho menos colonial y que debera aceptar que Africa, Latinoamerica y el Asia son libres e independientes.
- Fortalecimiento de Alianzas Regionales: Ante la debilitación de las instituciones globales, China puede enfocarse en fortalecer organizaciones regionales como la Organización de Cooperación de Shanghái y la iniciativa de la Franja y la Ruta, consolidando así su liderazgo en Asia y otras regiones. Para ello, es necesario observar cómo se invierte en todos los aspectos para que los países, sin temor, puedan seguir avanzando popularmente, concientemente y de manera autonoma una política que mejor responda a sus intereses que sin lugar a dudas no es ni nunca ha sido la nortamericana. Hemos visto en eses sentido que países como Panamá, con gobiernos proestadounidenses y dependientes en diversos ámbitos de Estados Unidos, deben optar, bajo presion, por abandonar proyectos como el de la Franja y la Ruta. Será importante ofrecer a este tipo de paises mayor apoyo, respaldo y defensa para que las voluntades populares puedan ser respondidas positivamente fortaleciendo asi las organizaciones regionales que promuevan la multipolaridad y los intereses compartidos por el pueblo chino y los países que buscan hoy la autodeterminación y emancipación del sistema capitalista colonial.
- Aumento de Influencia: La retirada de otras potencias de las organizaciones internacionales puede abrir espacios para que China y Rusia amplíen su influencia y asuman roles de liderazgo en áreas como el cambio climático, el comercio internacional y la salud global. El Sur Global en sus aras de independizarse de una vez por todas puede contribuir estrategiamente a eso.
China debe en todo caso abogar por un sistema de gobernanza global más equitativo y representativo, que priorice la cooperación y el desarrollo mutuo, resistiendo las tendencias hegemónicas y promoviendo la solidaridad entre las naciones en desarrollo. Paises de America Latina y Africa ya les han lanzado señales en unos tiempos que sin lugar a dudas son de guerra, porque si hay algo cierto en este momento es que estamos en guerra. Que no sea como la de la Primera o Segunda Guerra Mundial, no quiere decir que no lo estemos.
4. En el contexto de la evolución de la gobernanza mundial, el papel de China en las organizaciones internacionales también se está ajustando. ¿Cómo evaluaría la influencia actual de China en estas organizaciones? ¿Cree que es necesario optimizar el enfoque de China en cuanto a su participación en la gobernanza mundial? ¿Qué recomendaciones tiene?
En las últimas décadas, China se ha fortalecido significativamente en las organizaciones internacionales, acentuando su ascenso como potencia global. Mientras Estados Unidos y sus aliados instrumentalizan estos espacios para sus intereses hegemónicos y geopoliticos, China ha optado por una diplomacia más pragmática, enfocada en la cooperación Sur-Sur y el fortalecimiento de un orden multipolar. En organismos como la ONU, la OMC, la OMS y el FMI, China ha incrementado su influencia mediante una combinación de participación activa, inversión económica y la promoción de su modelo de desarrollo basado en la soberanía nacional y la no injerencia en los asuntos internos de otros países. ¿Es suficiente para tener un mundo mejor? China sola no lo puede hacer. Necesita el apoyo de otros paises. Considero que, en algunos temas, Pekin podría ser más directo y contundente, aunque parece que se está dando la coyuntura adecuada para que ello se dé. Si los EEUU siguen en la onda que esta postulando Trump, los paises diran basta y echaran a andar por el camino de la autodeterminacion, multipolaridad y verdadera independencia.
No obstante, el ascenso de China no ha estado exento de desafíos. En el actual contexto geopolítico, marcado por la creciente hostilidad de Estados Unidos y sus aliados europeos, China enfrenta y seguira enfrentando presiones constantes dentro de estas organizaciones. Occidente sigue siendo el mayor “accionista” en los organismos internacionales. Washington ha tratado de aislar al gigante asiatico a través de campañas de desinformación, sanciones económicas y la manipulación de organismos como el Consejo de Derechos Humanos, la Corte Penal Internacional y la OMC. En estos espacios, se han impulsado narrativas que buscan desacreditar a China en temas como Xinjiang, Hong Kong y el Mar de China Meridional, con el objetivo de socavar su legitimidad en el sistema internacional.
Pese a estos ataques, China ha logrado fortalecer su papel en la ONU y en bloques como los BRICS+, la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) ya mencionada y el G77, posicionándose como un actor clave en la redefinición del orden global. La Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) ha servido como una herramienta geopolítica fundamental para expandir su influencia en África, América Latina y Asia, consolidando alianzas estratégicas que reducen la dependencia de estos países respecto a las instituciones dominadas por Occidente.
El principal desafío para China en el escenario internacional es la creciente fragmentación del sistema multilateral. Este debilitamiento del multilateralismo plantea una disyuntiva para China: continuar apostando por la reforma de las instituciones existentes o impulsar la creación de nuevos espacios de gobernanza global que reflejen mejor la realidad multipolar del siglo XXI. El camino no lo ira definiendo.
Por otro lado, la crisis del modelo neoliberal y el declive de la hegemonía estadounidense abren oportunidades para que China lidere un nuevo paradigma de cooperación internacional. A través de mecanismos como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII) y la creciente interconectividad de los BRICS+, Pekin puede fomentar un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar y promueva el comercio en monedas locales, debilitando así el poder coercitivo de las sanciones occidentales.
China debe continuar promoviendo la democratización de las instituciones globales, impulsando reformas que reduzcan la influencia desproporcionada de las potencias occidentales. Esto implica aumentar el peso de los países en desarrollo en la ONU, el FMI y el Banco Mundial que tradicionalmente solo han servido para arruinar los pueblos del mundo. Argentina es un ejemplo de ello. China en concordancia con otros paises deben asegurar que estos espacios representen verdaderamente los intereses de la mayoría de la humanidad.
En lugar de enfocarse exclusivamente en responder a los ataques de Occidente, China deberia, a mi parecer, profundizar sus relaciones con África, América Latina y Asia, fortaleciendo la cooperación económica, tecnológica y política con estos bloques. La expansión de los BRICS+ y la consolidación de la OCS como una alternativa al G7 son pasos clave en esta dirección.
Dado el uso creciente de organismos como la Corte Penal Internacional y el Consejo de Seguridad de la ONU para justificar intervenciones militares e injerencias políticas, China debería impulsar foros multilaterales que prioricen el diálogo y la negociación sin imposiciones occidentales. La mediación de Beijing en conflictos como el de Arabia Saudita e Irán demuestra que es posible un enfoque alternativo basado en la diplomacia y el respeto mutuo.
La guerra económica contra Rusia o Venezuela ha demostrado que las potencias occidentales no dudarán en utilizar el sistema financiero global como un arma geopolítica. Para contrarrestar esto, China deberia acelerar la internacionalización del yuan, promover el uso de monedas locales en el comercio internacional y fortalecer sistemas alternativos de pago como el CIPS, reduciendo así la hegemonía del SWIFT controlado por Occidente.
La batalla por la opinión pública global es un campo de confrontación clave. China debe continuar fortaleciendo sus medios de comunicación internacionales como CGTN, Xinhua y Global Times, articulando con canales informativos como Telesur o RT, asegurando que su visión del mundo tenga mayor alcance en la narrativa global. Además, es crucial intensificar el trabajo diplomático en foros internacionales, con énfasis en la juventud, la sociedad civil, las organizaciones sociales y el Sur Global. Lo importante es promover las politicas y relaciones intenacionales desde las bases, apegados a los intereses de los pueblos concientes del mundo. Venezuela ya ha comenzado un trabajo similar en lo interno con el nuevo mandato del presidente Nicolas Maduro.